Es la meta a la que todos los deportistas quieren
llegar, saben que allí tendrán la oportunidad de representar a su país. Poder
colgarse la bandera en sus hombros y subirse a lo más alto del podio es el
sueño de todos los atletas. Pero ese no era el único objetivo de Tommy Smith ni
de John Carlos. Ambos corredores representaban en los Juegos Olímpicos de México
1968 a Estados Unidos, que por aquel entonces vivía una situación particular.
El pastor Martin Luther King había luchado en favor
de los derechos de los negros en Norteamérica, había encabezado movimientos en
contra de la guerra de Vietnam y contra la pobreza en general. Pero el 4 de
abril de 1968, meses antes de los Juegos, fue asesinado en un hotel de la
ciudad de Memphis.
Por esta razón, los deportistas afroamericanos que
iban a viajar a México tenían como objetivo defender los principios que King
había sostenido hasta su muerte y así demostrar que los negros en Estados Unidos
tenían los mismos derechos que los blancos.
Smith y Carlos llegaron en primer y tercer puesto
respectivamente en los 200 metros llanos, pero ese hecho no fue el que quedó en
la historia.
Antes de subir al podio, ambos se quitaron sus
zapatillas y se colocaron una pegatina que representaba sus derechos. Ésta
última, también la utilizó el australiano Peter Norman, quien había llegado en
segundo lugar.
Además, ambos norteamericanos vistieron un
guante negro en una de sus manos, Smith en la derecha y Carlos en la izquierda,
porque el segundo de estos se había olvidado los suyos en la Villa Olímpica.
Cuando el himno de los Estados Unidos
comenzó a sonar, los atletas morenos agacharon la cabeza, cerraron sus ojos y
extendieron el brazo, en el que tenían el guante, con el puño cerrado, en señal
de protesta.
Ese gesto, conocido como ‘Black Power’, provocó
que los hinchas los silbaran al bajar del podio y, más tarde, que el Comité
Olímpico Internacional decidiera expulsarlos de los Juegos por reivindicación
política, algo que consideraron "inapropiado".
Esta expresión fue imitada por otros
deportistas afroamericanos, como el atleta Bob Beamon, pero el COI decidió no
expulsar más a nadie.
Cuando volvieron a su país, ambos atletas
fueron criticados, perseguidos y amenazados de muerte. Smith dejó de competir y
se convirtió en jugador de fútbol americano de los Cincinnati Bengals. Carlos continuó un poco más hasta que hizo lo
mismo que su compañero en los Philadelphia
Eagles.
Según el diario
español Marca, el australiano Norman también tuvo problemas: “Le negaron la
participación en los siguientes Juegos pese a lograr plaza y se le marginó
hasta caer alcoholizado y morir de una parada cardiaca en 2006, con 64 años. Ni
siquiera se acordaron de él en los Juegos de Sídney 2000 y tuvieron que ser los
Estados Unidos quienes le invitasen cuando se enteraron de que su país había
renunciado a hacerlo. Su tiempo de 20.06 de la final olímpica del 68 sigue
siendo el récord australiano en 200 metros. Smith y Carlos portaron su féretro
el día de su entierro”.
Los Juegos Olímpicos de México 1968 tal vez se los
recuerde porque se batieron 17 records mundiales a causa de la altitud, o
porque allí apareció la primera prueba positiva del doping. Pero nadie puede
olvidarse de lo que hicieron Tommy Smith y John Carlos, el ‘Black Power’ tiene
un lugar en la historia olímpica.
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