Las calles están colmadas de gente. Te encontrás con tus vecinos, tus compañeros de escuela y hasta con algunos de tus profesores del colegio. Todos caminan hacia el mismo lado. Vas de la mano de tu papá hacia el estadio, mientras él te cuenta que hace más de 50 años vivió la misma escena, pero tu abuelo era quien le indicaba el camino.
Los vas a ver ahí, en vivo. Los mejores futbolistas del planeta brindando un espectáculo que jamás olvidarás. Tal vez tengas la oportunidad de conseguir algún autógrafo, o por qué no la camiseta de algún jugador.
Mientras avanzás, te crusás con un kiosco. Con los dos reales, que tenés en el bolsillo, te comprás unas golosinas y seguís tu marcha.
El estadio ya se puede ver. Las gigantes columnas, que parecen diminutas desde la ventana en tu casa de la favela, están enfrente tuyo.
Tu papá saca las entradas, se las muestra a un hombre que viste un chaleco verde. Éste, luego de revisarlas, les cede el paso.
Ya está, entraste, estas ahí. Tanto te hablaron, tanto te contaron, y lo vas a vivir en cuestión de segundos. Estás en un Mundial.
Los gritos de la gente te marean un poco, cerrás los ojos para ignorarlos, pero cuando los abrís volviste a la realidad. Estas en tu cama acostado.
Hace frío y escuhás a tu mamá charlando con tu hermana mayor en otra habitación. Ella le cuenta que parece que los van a desalojar porque ahí molestan. Vos no entendés nada. ¿Molestás? ¿A quién? Decidís quedarte entre las sábanas y prestar atención a la charla.
Tu madre explica que el Mundial llegó y que se van a tener que ir. Que los extranjeros necesitan donde hospedarse y que planean construir un hotel cinco estrellas donde hoy está tu barrio.
Vos te preocupás mucho, entonces te levantás y vas hasta la cocina. Interrumpís la charla y pedís que te expliquen que ésta pasando. La única respuesta es el silencio.
Parece ser que lo que ocurrió en tu cabeza hace unas horas, allí se va a quedar. Fue solo un sueño, la realidad es otra. No sólo te vas a tener que ir de tu casa, sino que además, el Mundial lo vas a ver por televisión o lo vas a escuchar por radio, porque el sueldo de tu padre no es suficiente para conseguir una entrada.
Ahí te das cuenta que te mintieron. La Copa del Mundo es una farsa, porque sólo los que tienen mucha plata pueden ir. ¿Y a vos qué te toca? Estás dejando tu casa para que el gobierno organice un evento del cual vos y tu familia están afuera.
Brasil será anfitrión de la Copa del Mundo en 2014, pero el pueblo brasileño no será local.
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